jueves, 13 de mayo de 2010

Ela, dulce Ela.

Ahí estas, sentada en tu sofá del despacho, sonriente y preciosa como de costumbre, moviéndote a cada instante, bajando la mirada y alzándola para mirarme, para provocar la atenta atención de este niño alegre y cautivo ante tal preciosa mujer.
Dando juego a la ternura, contemplo y admiro sin cesar, abriendo mis ojos alegres y sonriendo a la misma vez, como el ritmo en un baile de dos.

No puedo resistir el no moverme y me acerco sin remedio, lentamente, mirando tus ojos, mientras traviesamente sonrío, me paro justo detrás tuyo, para hacer que tus ojos me busquen y tu sonrisa me llame, con voz suave y tenue te digo......

-- Mi niña, siente mis manos, quieren decirte algo, quieren hablarte. --

Dejándolas sentir el calor de tu piel mientras masajean tus hombros,

-- las oyes? dicen que tu piel es suave, cálida y acogedora. --

Siguiendo su camino por tus brazos hasta llegar a tus manos, entrelazando los dedos y oprimiendo suavemente, haciendo que mi cuerpo se acerque a ti y mis labios caigan en tu dulce cuello.

-- las oyes? --

Dejando mis labios rozar tu piel, recorriendote suavemente.

-- Dicen que no quieren soltarte, dicen que están agusto sintiéndote. --

Dándote un suave bocado con mis labios sedientos de tu boca, sacando la lengua para caminar por tu dulce piel hasta llegar a tus labios, muy suavemente, muy lentamente, dejando solo un pequeño y frágil roce en tu piel, alzo mis manos para llegar hasta tu tripita, acariciándola para seguir hacia tus mejillas sin bordear obstáculo alguno hasta llegar a ellas, acompañando el girar de tu linda cara para que tus labios saluden a los míos en un cálido y apasionado beso. Dando nuestros corazones el ritmo a nuestros deseos.

Me aparto lentamente, mirándote fijamente a los ojos y dándote un guiño de ojo al mismo tiempo que te digo.....

-- Las oyes? --

Ela, dulce Ela.

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